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No hay sustituto para el amor que un padre tiene por su hijo y su hija. En el hogar, el padre terrenal se convierte en la primera imagen de Dios, quien también es conocido como el Padre celestial, que el niño inherentemente imagina en la familia.
La ausencia de la paternidad en la familia elimina el modelo a seguir que el padre exhibe y que cada hijo adopta para su crecimiento y desarrollo espiritual, emocional e incluso moral.
La paternidad en la familia ayuda a afirmar, validar, autoaprobar, valorar y estimar a la niña.
Por el contrario, la paternidad del niño no sólo incluye lo mencionado anteriormente, sino que también marca el umbral cuando el niño se convierte en hombre, e igualmente importante, le da la identidad que necesita para crecer emocionalmente sano como varón.